Más allá del imperio de los (senti)dos,
en los cuerpos adolecidos de lujuria, aterriza la divinidad...
Las manos se (entre)lazan buscando el (im)pulso...
Los besos recorren los cuerpos elevándose en el instante
en que los dedos se deslizan sometiendo todo territorio prohibido...
Tu boca...
Mi boca...
Las bocas...
Nuestras bocas se calcan al girar la cabeza, cuando el beso se repite,
rodando al abismo eterno del goce...
Y en el roce de las pieles, la aquiescencia pura de eternidad es ÚNICA...